Hay personas que viven pendiente de lo que los otros opinan de ellos, y así oscilan todo el tiempo, van arriba ante un elogio, y caen ante una crítica. ¿Que tema tan extraño este no? Como la mirada de los otros prima sobre su propia mirada. En verdad los que saben suelen decir que para el bebe la cosa mas importante del mundo es loa devolución de la mirada de su madre, cuando están tomando el pecho, el niño esta pendiente de esa mirada. Y debe haber en esa transmisión de miradas, en esa transferencia del uno al otro alguna cosa que aprueba o desaprueba, que queda registrada en el niño para siempre, debe quizás depender de esa mirada la constitución de la confianza del niño en si mismo, valla a saber que sucede con esta cuestión.
Cierta vez en un antiguo monasterio un discípulo consternado, porque sus compañeros, sus condiscípulos, se dividían en opiniones sobre el, algunos buenas… otras malas, a veces unos lo criticaban, a veces los otros lo elogiaban. Y en verdad este joven muchacho subía y bajaba en sus estados de ánimo según la opinión de sus compañeros.
Cierta vez caminando por los jardines del monasterio vio a uno de los viejos maestros, que daba sus enseñanzas transitando por allí. Se acerco, se puso a su lado, y le dijo:
- Maestro, un grupo de condiscípulos suele elogiarme ante mis actos, y yo me siento pleno.
- ¿El otro grupo?- dijo el sabio maestro.
- El otro grupo me critica, el otro grupo me denosta, el otro grupo me subestima.
- ¿Y que te sucede muchacho?- pregunto el sabio.
- Caigo a lo más profundo, pierdo la confianza en mí.
El joven al decir esto espero una respuesta del maestro. El maestro lo miro, siguió caminado, el muchacho siguió a su lado, de repente el anciano se detuvo dio media vuelta lo miro a los ojos y le dijo:
- Ve al cementerio.
- ¿Al cementerio?- pregunto asombrado el muchacho.
- Si, ahora mismo ve al cementerio… llega hasta la mitad, observa todas las tumbas y entonces ponte a proferir insultos a los muertos.
- ¿A los muertos?- pregunto aun más asombrado el joven.
- Si, a los muertos… Es mi orden, ejecútala ahora mismo.
El muchacho fue al cementerio, llego al centro del cementerio y mirando a las tumbas, comenzó a insultar a los muertos, de una y otra manera… y cuando termino, regreso.
Encontró a su maestro en el mismo lugar y le explico lo sucedido.
- ¿Y que sucedió? ¿Qué dijeron los muertos ante tus insultos? – preguntó el sabio maestro.
- Nada, ¿Que iban a decir?
- Entonces regresa – dijo el sabio.
- ¿Regresar? – pregunto el joven sin entender le que sucedía.
- ¡Si! regresa al mismo lugar, observa las mismas tumbas, y comienza a lanzar elogios a todos los muertos… Las mejores palabras que puedas encontrar en tu boca, díselas.
Y así hizo el discípulo, fue hasta allí… No comprendiendo el mensaje del maestro, y cuando hubo terminado todo lo indicado, regreso. Y nuevamente lo encontró.
- ¿Y que respondieron ellos ante tanta alabanza? – dijo el maestro.
- Nada respondieron…. ¡Si están muertos! - contesto el joven.
- Entonces… Se como los muertos – dijo el sabio
- Que ni el elogio de los vivos te ensalce, que ni la crítica de los vivos te rebaje… Se como los muertos…
No te bambolees como un junco ante el viento por la opinión de los demás, no permitas que los demás con su vara midan tus actitudes. ¿Quiénes son los otros? sino mas que tus pares… ¿Quiénes son ellos? sean quien sean para determinar si te cabe un elogio, si te cabe una critica. Pero ¿Quién eres tu? para consumir todo lo que venga de afuera dejando de lado tu propia opinión sobre ti… Mira hacia adentro, encuéntrate, defínete, ¡y se vos! por sobre todas las cosas…
Bonito cuento.
ResponderEliminar