La mujer puede sentirse satisfecha con un amor, absolutamente satisfecha, porque no mira el cuerpo del hombre, mira sus cualidades más profundas. No se enamora de un hombre que tiene un hermoso cuerpo musculoso, se enamora de un hombre que tiene carisma -algo indefinible, pero inmensamente atractivo-, que es un misterio a explorar. No quiere que su hombre sea tan sólo un hombre, sino una aventura en el descubrimiento de la conciencia. El hombre es muy débil en lo concerniente a la sexualidad; sólo puede tener un orgasmo. La mujer es infinitamente superior; puede tener orgasmos múltiples. Y este ha sido uno de los asuntos más molestos. El orgasmo del hombre es local, confinado a los genitales. El orgasmo de la mujer es total, no está confinado a los genitales. Todo su cuerpo es sexual, y puede tener una bella experiencia orgásmica mil veces mayor, más profunda, más enriquecedora, más nutritiva que la que puede tener un hombre. Pero la tragedia radica en que todo su cuerpo tiene que ser excitado, y el hombre no está interesado en ello, nunca ha estado interesado en ello. Ha utilizado a la mujer como una máquina sexual para aliviar sus propias tensiones sexuales. En cuestión de segundos ya ha terminado. Y para cuando ha terminado, la mujer nisiquiera ha comenzado. En cuanto el hombre termina de hacer el amor, se da la vuelta y se duerme. El acto sexual le ayuda a dormir bien, más relajado, con todas las tensiones liberadas en la actividad sexual. Y toda mujer ha llorado y gemido cuando ha visto esto. Ella ni siquiera ha comenzado, no se ha movido. Ha sido utilizada, y eso es lo más feo que hay en la vida: cuando se te utiliza como una cosa, como un mecanismo, como un objeto. Ella no puede perdonar al hombre por utilizarla. Para hacer que también la mujer sea una compañera orgásmica, el hombre tiene que aprender juegos preliminares, tiene que aprender a no tener prisa por ir a la cama. Tiene que convertir hacer el amor en un arte. Pueden tener un lugar -un templo de amor- en donde se queme incienso, sin luces fuertes, sólo velas. Y él debería acercarse a la mujer cuando esté en un estado bello, alegre, para poder compartirlo con ella. Lo que sucede normalmente es que los hombres y las mujeres se pelean antes de hacer el amor. Eso envenena el amor. El amor es una especie de tratado de paz que dice que la lucha ha terminado, al menos por una noche. Es un soborno, es una trampa. Un hombre debería hacer el amor de la misma forma que pinta un pintor -cuando siente que un vivo deseo llena su corazón- o como un poeta compone poesía, o como un músico toca música. El cuerpo de la mujer debería ser tratado como un instrumento musical; lo es.
El libro de la Mujer, OSHO.
"LA OSCURIDAD ES LA LUZ QUE NO VES"
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viernes, 2 de julio de 2010
Diferencia entre hombres y mujeres.
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